Mostrando entradas con la etiqueta RECURSOS Biografías. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta RECURSOS Biografías. Mostrar todas las entradas

sábado, 18 de julio de 2020

¿Leemos en casa? REVISTA LITERARIA PARA NIÑOS, JUEGOS, BIOGRAFÌAS




Cada 15 días, la página www.lectores.ulp.edu.ar, de la Universidad de La Punta, publica la revista ¿Leemos en Casa?. Este cuarto suplemento digital, trae a sus lectores una edición que hace foco en los miedos de los niños, con la reseña del libro "El Nido", pero también en los miedos de los adultos, ante un advenimiento tecnológico que controle sus vidas, con una nota sobre la serie británica Black Mirror.
En la revista además están las ya establecidas secciones de iconos puntanos, la biografía de grandes escritores y las hipótesis planteadas alrededor de personajes queribles por todos. También hay actividades para hacer desde casa.
Ya está disponible para su descarga desde el sitio. Además de la página de Lectores, donde se puede descargar, todas las ediciones están en www.biblioteca.sanluis.gov.ar


viernes, 4 de enero de 2019

Mis poemas mis sueños. Alfredo Pablo Espeche, poeta argentino contemporáneo




Página del autor: Mis poemas mis sueños


Una de sus obras: Poemas urbanos desde mi alma






BIOGRAFÍA DEL AUTOR


















- Nombre:  Alfredo Pablo Espeche
- Fecha de nacimiento 30 de junio de 1969
- Lugar de nacimiento y residencia: San Miguel de Tucumán, Argentina Obras publicadas
- Mis poemas mis sueños, 1era y 2da edición, Editorial Dos Diamantes. - Antología ##los gritos de la Palabra, San Lorenzo Argentina. - Participación en los volúmenes 2 y 3 del Programa Diamante. - Participación en la revista chilena, Entre Paréntesis. - Participación en la Antología del Taller El espacio de Epicuro: 4 Poemas y un cuento falaz, Editorial Dos Diamantes. - Premiado en el concurso Leopoldo Lugones en poesía año 2017. - Premios varios en páginas poéticas de Facebook.










NOTA: La publicación del poemario está autorizada por el autor. En su página se puede leer su obra.

jueves, 17 de abril de 2014

Emilia Ferreiro: Si los docentes no leen son incapaces de transmitir el placer de la lectura


Si los docentes no leen son incapaces de transmitir el placer de la lectura
La educadora argentina que revolucionó la lectoescritura asegura que si los docentes no leen son incapaces de transmitir placer por la lectura. Dice que todos los chicos pueden aprender si los maestros se lo proponen. Para la investigadora, la escuela es muy resistente a los cambios porque siguen instaladas viejas ideas.
Entrevista por Mariana Otero
Emilia Ferreiro casi no necesita presentación. Para el mundo de la educación es un referente indiscutible, que revolucionó la enseñanza de la lectoescritura y que realizó numerosos aportes a la alfabetización en el mundo.
Es argentina, pero está radicada en México desde hace más de dos décadas. Su tesis de doctorado fue dirigida por Jean Piaget en la Universidad de Ginebra. Hace años que recorre América y Europa dando conferencias y capacitaciones a docentes; es autora de innumerables artículos científicos y libros y fue reconocida varias veces como doctora honoris causa por diversas universidades, entre ellas la Universidad Nacional de Córdoba (1999).
La investigadora del Centro de Investigación de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México estuvo en Córdoba invitada por la Facultad de Psicología de la UNC. En diálogo con La Voz del Interior , aseguró que el docente no puede seguir haciendo tareas burocráticas, que debe profesionalizarse, que todos los chicos pueden aprender si tienen un maestro que crea que pueden lograrlo y que la escuela se resiste a los cambios que no genera ella misma. A continuación, un extracto de una larga charla.
–¿Qué puede hacer la escuela para evitar el fracaso escolar?
–El fracaso escolar tiene varias caras (...) Voy a hablar de los aprendizajes vinculados con la lengua. La alfabetización inicial o tiene lugar en los primeros años de la primaria o es un déficit que se arrastra muy mal. Incluso en casos donde no hay percepción de fracaso puede haber fracaso con respecto a lo que significa alfabetizar. Hoy nadie puede considerarse alfabetizado si está en situación de comprender mensajes simples, saber firmar o leer libros con léxico y sintaxis simplificada. Desde finales del siglo XX estamos asistiendo a una revolución en la que la digitalización de la información es parte de la vida cotidiana y la escuela ni se ha dado cuenta. Entonces sigue preparando para leer un conjunto limitadísimo de textos, sigue haciendo una alfabetización para el pizarrón. Trabajar con la diversidad de textos y alfabetizar con confianza y sin temor a circular a través de los múltiples tipos de textos y de soportes textuales del mundo contemporáneo es indispensable.
–¿Se puede decir que la escuela sigue siendo demasiado conservadora para niños de la era tecnológica?
El sistema escolar es de evolución muy lenta. Históricamente ha sido muy poco permeable a cambios que la afectaban. Dos ejemplos: cuando apareció la birome, la primera reacción del sistema educativo fue “eso no va a entrar acá porque arruina la letra”, y la escuela le hizo la guerra a ese instrumento: una guerra perdida de antemano (...) Lo mismo hizo cuando aparecieron las calculadoras de bolsillo y dijeron “eso va a arruinar el cálculo escolar y no van a entrar”. Y entraron con muchas dificultades, hasta que en algunos lugares descubrieron que podía hacerse un uso inteligente de la máquina de calcular. En ese contexto hay que ubicarse. La institución escolar siempre ha sido muy resistente a las novedades que no fueron generadas por ella.
–Ahora se resiste a la computadora.
–Es una tecnología de escritura y tiene ventajas innegables para la enseñanza. La primera reacción es de desconfianza. El primer acto reflejo es que si nos traen una, la ponemos con llave.
–¿Se puede alfabetizar igual en diferentes contextos sociales y culturales y con recursos distintos?
–Hay cosas que van a ser iguales y otras que son necesariamente distintas. Algo que les digo siempre a los maestros es: “¿Usted no sabe qué hacer el primer día? Lea en voz alta”. La experiencia de escuchar leer en voz alta no es una experiencia de todos los chicos antes de entrar a la escuela y es crucial para entender ese mundo insólito que tiene que ver con que hay estas patitas de araña (muestra las letras) en una hoja y que suscitan lengua.
–Es otra forma de enseñar a leer y escribir...
–Más que empezar con la pregunta típica de cómo hago para enseñar a leer y escribir, primero hay que enseñar algo acerca de lo que es la escritura y para qué sirve. El maestro tiene que comportarse como lector, como alguien que ya posee la escritura. La gran diferencia entre los chicos que han tenido libros y lectores a su alrededor y los que no los han tenido es que no tienen la menor idea del misterio que hay ahí adentro. Más que una maestra que empieza a enseñar, necesitan una maestra que les muestre qué quiere decir saber leer y escribir. Cuanta menos inmersión haya tenido antes, más hay que darle al inicio.
–¿El docente es consciente de que esta es una buena manera de enseñar a leer y escribir? Hay investigaciones que dicen que los maestros no leen.
–Ese es uno de los dramas del asunto porque se habla mucho del placer de la lectura, pero ¿cómo se transmite ese placer si el maestro nunca sintió ese placer porque leyó nada más que instrucciones oficiales, libros de “cómo hacer para”, leyó lo menos posible. Es muy difícil que ese maestro pueda transmitir un placer que nunca sintió y un interés por algo en lo que nunca se interesó. En toda América latina el reclutamiento de maestros viene de las capas menos favorecidas de la población. En muchos casos no hay aspiración a ser maestro. Y en ese sentido cambió, pasó de ser una profesión de alto prestigio social a una con relativo bajo prestigio social.
–¿Cuánto influye eso en la alfabetización de los niños?
–Mucho, porque si alguien está haciendo lo que hace porque no pudo hacer más, se va a sentir frustrado; y la frustración profesional no ayuda al ejercicio profesional. 
          Una escuela vieja. –¿Se avanzó en el modo de alfabetizar?
–Hay una visión muy instrumentalista que piensa lo mismo desde hace tantas décadas que da hasta lástima decirlo. Dice: “Primero vas a aprender la mecánica de las correspondencias grafofónicas y para eso mejor que ni pienses porque es un ejercicio mecánico de asociación de correspondencias. Después vas a aprender de corrido, y después vas a entender lo que estás leyendo y después, quizá, te venga esa cosa desde algún milagro llamada placer por la lectura”. En realidad, el placer por la lectura entre los chicos que tienen lectores a su alrededor es lo primero que se instala (...) Es lo primero, no lo último.
–Esta tendencia del placer antes que lo instrumental no está en práctica; seguimos con las viejas teorías. ¿Cómo se revierte eso?
–No es fácil. Lo que no consigo es que me den la lógica de la visión opuesta. Por ese lado hice investigaciones que revelan que los chicos piensan sobre la escritura antes y que lo que piensan es relevante y que es bueno tenerlo en cuenta.
–¿Sigue en vigencia esa idea de que el maestro es la autoridad que les enseña a niñitos que no saben nada?
Siguen instaladas viejas ideas que son parte de la lentitud del sistema para reaccionar. A veces con el razonamiento de que si siempre se hizo así para qué cambiar (...) Una de las tendencias es regalarle el fracaso a la familia o al niño y no asumir la responsabilidad de que todos los chicos pueden aprender y deben aprender. Andan buscando desde antes que empiece el año escolar quiénes van a repetir o quiénes son los disléxicos o los que tienen alguna patología por la cual la cosa no va a andar. Y realmente todo cambia muy fuerte cuando el maestro dice “aquí no va a haber repetidores” y cuando asume desde el inicio que “aquí van a aprender todos”. Eso exige un involucramiento fuerte del maestro con el aprendizaje; ahí entramos en otra vertiente, en la que el oficio del maestro se ha ido burocratizando cada vez más y desprofesionalizando al mismo tiempo. Recibe instrucciones y las ejecuta: esa es la definición de un burócrata. En tanto, el profesional es el que sabe lo que está haciendo, por qué lo está haciendo y tiene una racionalidad y una especificidad que puede defender profesionalmente.
–¿Cómo se hace para sacar adelante a niños que concurren a escuelas donde hay un libro cada 40 alumnos, sin biblioteca ni computadora y el docente, además, atiende situaciones familiares, psicológicas?
–Enseñar a leer y escribir bajo los bombardeos es difícil. Cuando un maestro está convencido de que puede hacer algo termina descubriendo la manera de hacerlo, y si deja que el malestar general lo apabulle no va a poder hacer nada. Si acepta estar ahí es porque cree que algo puede hacer. Si forma parte de la desesperación colectiva, si se deprime junto con el ambiente, no va a poder hacer nada. Pero hay maestros creativos que consiguen llevar adelante algo que da esperanza... El maestro tiene que decir “aprender es posible”, como el médico decir “la salud es posible”. 


Emilia Ferreiro
     (Argentina, 1937)

Datos biográficos
Emilia Ferreiro es argentina y se doctoró en Psicología con una tesis dirigida por Jean Piaget, en la Universidad de Ginebra (Suiza), en 1970. Es Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de Río de Janeiro. En 1997, le dieron la Orden Andrés Bello, en Venezuela. En la actualidad, reside en México y se desempeña como investigadora del CINVESTAV (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados) y del SIN (Sistema Nacional de Investigaciones).
Su investigación en el campo de la adquisición de la lengua escrita descubrió que los niños construyen ideas originales y sistemáticas sobre la escritura y que las ponen en acción tanto al intentar interpretar lo escrito como al tratar de escribir por sí mismos. Su teoría aporta una interpretación del proceso de transformación de la comprensión de la escritura, explica cómo el niño transforma sus conceptualizaciones y se aleja definitivamente de una visión normativa que evalúa las escrituras infantiles sobre la base de la norma adulta.

viernes, 5 de julio de 2013

Elsa Bornemann (1952-2013): la escritora que les hablaba a los chicos. Por Mónica Klibanski. EDUC.AR


Mucho antes de que un libro de literatura infantil como la saga de Harry Potter llegara a convertirse en un suceso editorial internacional, en Iberoamérica, Elsa Bornemann alcanzaba cifras de venta sin precedentes en el género. Muchos niños, nacidos en los años setenta, se iniciaron en la lectura a través de sus libros. Es una de las escritoras más difundidas en el campo de la literatura infantil y juvenil argentina.
Retrato de la escritora Elsa Bornemann. En blanco y negro.
Gran parte de sus obras se transformaron en long sellers que se vienen publicando interrumpidamente desde hace más de cuatro décadas. Solamente en la Argentina lleva dos millones de ejemplares vendidos, lo que muestra que la fidelidad construida entre ella y su público perdura y se renueva de generación en generación. Esta escritora encabezó un fenómeno inédito que en nuestro continente posiblemente solo pueda equiparse a la notoriedad lograda por autores como María Elena Walsh. Desde hace más de diez años Bornemann —junto con Walsh— integra la selecta lista de escritores que representa Guillermo Schavelzon, uno de los agentes literarios más importantes en lengua española. El impacto de su producción literaria ayudó a instaurar debates y rupturas culturales que le dieron un gran impulso a la literatura destinada a la infancia en la región.

Una escritora precoz

Elsa nació el 20 de febrero de 1952, en el barrio de Parque de los Patricios, en la ciudad de Buenos Aires. Hija de Blanca Nieves Fernández —nombre sin duda premonitorio—, una argentina descendiente de portugueses y españoles, y de Wilhelm Karl Henri Bornemann, un alemán, de profesión relojero, experto en relojes de torres y campanarios. Era la más pequeña de tres hermanas: Hilda, Margarita y Elsy, como la conocían los íntimos. La lectura fue fundamental en su infancia. «En mi casa podían faltar muchas cosas, pero libros, no», confesó en una entrevista. «Mamá y papá leían mucho. Mi mamá tenía los libros que no se podían leer forrados de blanco y, cada vez que me quedaba sola, me iba corriendo a buscar uno de los blancos. Así leí el libro El matrimonio perfectoAna Karenina», contó la autora en otro extenso reportaje.

En la Escuela Normal Superior N.° 11 Dr. Ricardo Levene, muy cerca de la Maternidad Sardá, donde había nacido, se recibió de maestra. Más tarde egresó de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) con el título de profesora en Letras. Desde muy temprana edad supo que quería ser escritora. No bien empezó a cursar estudios universitarios —la literatura infantil y juvenil como un campo cultural y los libros para niños como bienes de consumo eran incipientes, marginales y menospreciados—, tuvo claro que el destinatario de sus creaciones literarias serían los chicos, esos «lectorcitos» o «amorcitos», como ella solía llamarlos en sus característicos prólogos. Ella fundó una manera muy estrecha de acercarse a sus lectores.

A los dieciocho años publicó Tinke-tinke, su primer libro de poemas o versicuentos, según su propia denominación. Este poemario lo había escrito a los 14 o 15 años. La conocida periodista Paloma Efrom (Blackie) elogió en su programa radial con tanto entusiasmo a la novel y joven escritora que enseguida se agotó la primera edición del libro. Un año más tarde, en 1971, publicó El espejo distraído, otro libro de poesías para niños que en 1972 mereció la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Luego lanzó infinidad de cuentos que inmediatamente fueron bien recibidos y se volvieron clásicos dentro del repertorio de las maestras jardineras a la hora del cuento. Basta mencionar algunos títulos: «Cuento con caricia»«Cuello duro»«El cumpleaños de Lisandro»«Sobre la falda»«Una trenza tan larga...» y muchos más que seguramente están en la memoria de alumnos y docentes.
 

Poemas y cuentos infantiles ocupan mucho espacio

En 1975 se publicó la primera edición de Un elefante ocupa mucho espacio, una antología de cuentos incluida en 1976 en la Lista de Honor del Premio Hans Christian Andersen, elaborada por International Board on Books for Young People (IBBY), una de la más prestigiosas instituciones abocadas a promover la circulación de libros infantiles de calidad por todo el mundo. Un año después, ese libro fue prohibido en la Argentina por el gobierno de facto. El decreto 3155/1977 del Poder Ejecutivo Nacional a cargo de la Junta Militar argüía: «se trata de cuentos destinados al público infantil con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria para la tarea de captación ideológica del accionar subversivo» y que «de su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone». Más adelante, finalizada la dictadura, la autora tuvo acceso, a través de la Cámara del Libro, al sumario completo en el que se recomendaba la censura de su libro. El cuento que daba título a esta antología narraba la historia de un grupo de animales que decide realizar una huelga porque se resistían a vivir encerrados dentro de un circo. En ese contexto histórico era inevitable relacionar lo que acontecía en el entorno con el contenido alegórico de lo narrado. El informe, elaborado por un grupo de escritoras argentinas, no solamente tildaba de subversivo a este relato, también se hacía un minucioso análisis de cada uno de los quince cuentos. Recién con el retorno de la democracia, en 1984, se pudo volver a publicar esta obra. Todos los relatos que componen el libro, protagonizados por personajes con algún rasgo por fuera de lo establecido, funcionan como parábolas de la libertad, de la amistad, de la solidaridad y de la justicia.
Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann. Col. La Lechuza. Editorial Librerías Fausto, 1975.
Cubierta de «Un elefante ocupa mucho espacio», de Elsa Bornemann, ilustrado por Ayax Barnes. Colección La Lechuza. Editorial Librerías Fausto, 1975.
Entre 1976 y 1977, Bornemann estuvo a cargo de la selección literaria y la dirección de dos antologías fundamentales para la formación literaria de las aspirantes a ejercer la docencia en el nivel inicial: Estudio y antología de la poesía infantil, que recogía 366 poemas de autores de toda Hispanoamérica, una rica selección de juegos, adivinanzas, trabalenguas y coplas de la tradición oral, acompañada con una detallada tipología de la lírica infantil; y posteriormente confeccionó Antología del cuento infantil, compuesta por 50 relatos de autores de todo el mundo, en muchos casos traducidos por la propia Bornemann.

En esa misma época, Bornemann dirigió la colección Pétalos, de la Editorial Latina, que, según ella explicaba, se proponía difundir buena poesía para chicos, aunque el autor no la hubiera escrito expresamente para ellos. Se trataba de libros en formato pequeño, que contenían una selección de diez poemas del autor, en los que había un cuidado ex profeso de la relación entre las imágenes y los textos. Para esa tarea convocó a los artistas plásticos Alba Ponce y Guido Bruveris. Entre los poetas seleccionados por Bornemannfiguraban: María Elena Walsh, Fryda Schultz de Mantovani, María Hortensia Lacau, Pedro J. Vignale, Rafael Alberti, Federico García Lorca y José Sebastián Tallón. 
Cubierta del libro Poemas para niños,de Federico García Lorca. Colección Pétalos. Editorial Latina, 1976.
Cubierta del libro «Poemas para niños», de Federico García Lorca, ilustrado por Guido Bruveris. Colección Pétalos. Editorial Latina, 1976.
Un elefante ocupa mucho espacio no fue el único libro escrito por ella que provocó reparos e incomodidad por parte de los adultos. Originalmente publicado en 1977, El libro de los chicos enamorados, dedicado a Gregory Peck: un ícono del cine romántico hollywoodense de los años cincuenta y sesenta, fue acusado de hablarle a los chicos del amor, de las relaciones de pareja, de la congoja y el desconsuelo, en una etapa de la vida —la infancia— en la que no estaba bien visto cederle paso a una emocionalidad sensiblera, ni estaba permitido cargar a las palabras de sensualidad. La temática del libro pretendía romper con lo que masivamente se consideraba infantil. Años más tarde, como consecuencia del éxito alcanzado, Bornemann publicaría otros títulos que abrevaban en asuntos del corazón: No somos irrompibles (12 cuentos de chicos enamorados) yCorazonadas (El libro II de los chicos enamorados), que aparecieron en 1981 y 1992 respectivamente. Y finalmente, en el año 2003, llegaría Amorcitos sub-14.
«De la larga soga
voy a colgar mi tristeza;
guirnalda del patio
que ya el viento besa.

Trapito de pena
entre medias y camisas, 
mi retazo de alma

que ondeará la brisa». (...) 

Porque no estás, «El libro de los chicos enamorados», de Elsa Bornemann, ilustrado porPaula Socolovsky. Editorial Alfaguara, 2004. 
En 1981 publicó Niño envuelto, trama en la que Bornemann se metía con otro tema considerado tabú para la infancia. Andrés, su protagonista, narraba sus vivencias infantiles en primera persona, y la curiosidad acerca de su llegada al mundo tenía una marcada relevancia. Poco a poco el narrador infantil va desmontando las falaces explicaciones que le brindan los adultos sobre su nacimiento. Hasta que finalmente obtiene una bastante fiel a la realidad. En ese tiempo la educación sexual era una asignatura pendiente todavía, que avanzaba tibiamente estimulada por el estallido y el destape posdictadura. 
Mil grullas —originalmente incluido dentro de la antología No somos irrompibles (1981)— narra una conmovedora historia de amor en torno a las secuelas de la bomba atómica caída en Hiroshima (Japón) el 6 de enero de 1945. Quizás en este relato Bornemann haya logrado conjugar en su punto más alto su compromiso estético y el mensaje humanista.
«Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los chicos. Porque ellos eran nuevos en el mundo. También, como todos los chicos. Pero el mundo ya era viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra».
«Mil grullas», de Elsa Bornemann, ilustrado por María Jesús Álvarez. Editorial Alfaguara, 2011.

Narrar el terror

Restituida en nuestro país la democracia, en un escenario de gran optimismo cultural y político, el nombre deBornemann junto al de otros destacados autores incidió enormemente para darle impulso y visibilidad a una literatura infantil y juvenil que revalorizaba a los chicos como sujetos lectores de obras literarias.
En 1988 la editorial REI le encargó que escribiera un libro de cuentos de terror para niños. Bornemannaceptó el desafío y publicó ¡Socorro! Doce cuentos para caerse de miedo. La repercusión y la respuesta de los chicos fue inmediata. ¿Qué lector iba a poder resistirse a ese pedido de auxilio que lo interpelaba desde la seductora portada en la que aparecía en primer plano la deforme imagen de Frankenstein, con el título y el nombre de la autora en letras tenebrosamente rojas? Pronto los medios masivos se hicieron eco del fenómeno. Los diarios llenaban páginas completas con declaraciones de psicólogos, escritores, editores, pedagogos, especialistas a favor y en contra de esta clase de literatura. ¿Qué daños podía causar a los niños la lectura de los libros de miedo? ¿Cuál era el límite de lo permitido en materia de relatos macabros y siniestros? Se desataron sesudas polémicas mientras ¡Socorro! sumaba reediciones sin parar y los chicos leían con fruición los cuentos que formaban parte del libro.
Cubierta del libro ¡Socorro!, de Elsa Bornemann. Editorial REI (1988).
Cubierta del libro «¡Socorro!», de Elsa Bornemann. Editorial REI, 1988.
Bornemann se alejaba del tono alegórico, disparatado y poético de sus obras anteriores para crear relatos escalofriantes. En algunos casos se trataba de recreaciones de cuentos folclóricos y otros de su propia invención. Por entonces la preferencia de los chicos por este tipo de historias recién comenzaba a perfilarse. Y los editores, ni lerdos ni perezosos, salieron a buscar autores de renombre, respetados por el público, para expandir y replicar el bum inaugurado por Bornemann. Surgieron colecciones de libros enteras especialmente dedicadas al género, que se nutrieron con el aporte de diferentes autores, algunos de cuales exploraron variantes como ser el terror atravesado por humor.
La mayoría de las biografías no olvidan mencionar la repudiable censura que en tiempos de dictadura recayó sobre Un elefante ocupa mucho espacio. Tampoco puede obviarse el hecho de que Elsa Bornemann, en 1991, publicó un cuento que de manera bastante evidente se refería a las víctimas del terrorismo de Estado —cuando todavía era un tema poco frecuentado en la literatura para chicos (y en la destinada a los adultos también)—. Se trataba de «Los desmaravilladores». Contaba la historia de una niña, hija de desaparecidos, a la que le restituyen su identidad y la ayudan a reencontrarse con su familia biológica.
«Decenas, cientos, miles de personas fueron como evaporadas... Miles y miles de las que sus familiares no volvieron a tener noticias ni —en muchísimos casos— a enteresarse del porqué de sus desapariciones.
Como aspirados por una perfecta máquina de volatizar. Niños y bebés también».

Los desmaravilladores, en «Los desmaravilladores: cuentos de amor, humor y temor», de Elsa Bornemann, ilustrado por Diego Bianchi. Editorial Alfaguara, 1991.
El modo peculiar de ficcionalizar y abordar el tema que eligió la autora tuvo admiradores que ponderaban la valentía y la innovación de este cuento, pero también tuvo detractores que cuestionaban si era adecuado contarles a los chicos una historia referida a asuntos demasiado complejos, dolorosos y de difícil comprensión. Otros criticaban el tono maniqueo y didáctico del relato, así como la versión de los hechos que Bornemannpresentaba al lector infantil.

La cercanía con el lector

Elsa Bornemann fomentó y construyó siempre una fuerte empatía y conexión con sus lectores tanto a partir de la retórica de sus textos como también en el contacto personal con su público. Ese acercamiento le valió algunos cuestionamientos de la crítica. Sin embargo, esto no hizo mella entre sus seguidores. Recibía abundante correspondencia de sus lectores, cartas en las que ellos le confesaban sus más íntimos sentimientos y pensamientos. Filas interminables de niños esperaban obtener su autógrafo en la Feria del Libro de Buenos Aires. Ella atendía a cada uno con respeto, paciencia y ternura, sin perder la sonrisa. En varias ocasiones llegó a quedarse después de la hora de cierre de la exposición para que ninguno de sus admiradores se fuera a casa sin su libro dedicado por ella. 
«Estoy segura de que —mientras vayas leyendo los textos— verás proyectarse —en la pantalla de cine privada que es tu mente— una variada cantidad de engendros y serás espectador/a de las cosas que sucedan entre ellos, así como cuando yo los estaba escribiendo. (¿Se te presentarán bajo la misma apariencia que a mí? ¿Serán similares los escenarios sobre los que los veas moverse? ¡Qué intriga!)».

Invitación, en «Socorro Diez (libro pesadillesco)», de Elsa Bornemann. Colección Torre de papel. Grupo Editorial Norma, 1997.
Sus recurrentes apelaciones a los destinarios infantiles de sus historias; las explícitas dedicatorias; los juegos con las voces narrativas; sus prólogos y epílogos, firmados simplemente con su nombre de pila, con su nombre completo, o valiéndose de diversos heterónimos —incluyendo nombres de famosos personajes, el propio libro personificado o nombres inventados— de distintas maneras potenciaron la aparición de dos preguntas medulares para todo lector de literatura, sobre todo si son niños: ¿quién habla en un texto? y ¿cuán verosímil es un relato? Saber si lo narrado ocurrió en la realidad o es puro artificio es una curiosidad infantil muy frecuente, sobre la que Bornemann no se mostraba indiferente.
Hasta los primeros años de la última década Bornemann mantuvo una intensa agenda, visitaba escuelas y participaba en las presentaciones de sus libros. Pero ya hacía varios años que se había retirado de la vida pública. Sin embargo, sus libros continuaron propagándose y conquistando lectores.

Posiblemente con Elsa Bornemann se instala y populariza la figura del autor, la idea de que los libros para niños son productos culturales fruto del trabajo creativo de un escritor. Sus libros circularon ampliamente en la escuela, pero también encontró numerosos lectores fuera del ámbito escolar.

La fama ganada por Bornemann quizás haya eclipsado el hecho de que sus obras han sido ilustradas por grandes maestros del lápiz y el pincel: Ayax Barnes, Guido Bruveris, Juan Marchesi, Cristina Brusca, Carlos Nine, O'Kif, entre otros ilustres dibujantes. María Fernanda Maquieira, que estuvo por más de 15 años detrás de la edición de los libros de Bornemann en la Editorial Alfaguara, recordó hace unos días en un matutino, que la autora: «Siempre fue muy participativa: le gustaba ver las ilustraciones, elegir durante la edición, pero siempre con mucho respeto. Y siempre su mirada estuvo puesta en los chicos».

Elsa Bornemann recibió innumerables distinciones: Premio Alicia Moreau de Justo (1985); Premio Konex de Platino - Literatura Infantil (1994 y 2004), Pregonero de Honor (2006), etc. Muchos de sus libros fueron incluidos en listas de títulos recomendados de importantes organismos como el Banco del Libro de Venezuela, la Internationale Jugendbibliothek de Munich (Alemania), la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina, entre otros. 
Además de su extensa producción literaria, también escribió algunos guiones para la televisión, compuso canciones que fueron grabadas e interpretadas por diversos artistas nacionales, piezas teatrales y colaboró con varias revistas para niños. 
Elsa Bornemann falleció el 24 de mayo de 2013, a los 61 años.

PARA SEGUIR LEYENDO

FUENTE: educ.ar
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

ARGENTINA PORTAL

NOTA

. Las imágenes en el Blog que no son propias son elegidas, en su mayoría, de Google Imágenes. Se agradece la posibilidad de poder utilizarlas con fines educativos y de difusión cultural.
. Los artículos publicados provienen de elaboración propia, de los autores y las páginas WEB mencionadas en cada uno de ellos. Nuevamente se agradece la posibilidad de poder utilizarlos con fines educativos y culturales.
. Las opiniones vertidas en el blog son responsabilidad de quienes las emiten.
. Se autoriza a utilizar información contenida en este blog siempre que se mencione la fuente.

IBSN

IBSN: Internet Blog Serial Number 2012-11-20-12

LICENCIA CREATIVE COMMONS

Licencia Creative Commons
El docente profesional por Gaby Bibliotecaria de Argentina se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en http://eldocenteprofesional.blogspot.com.ar/.