Narra, con cierto tono de culebrón, el conflicto tributario más prolongado que ha tenido que enfrentar un gobierno en la Argentina. Y, por lejos, el que más personas afectó.
Nuestra historia comienza, en el verano de 2006, con el asesinato del suboficial Sayago, policía santacruceño, en el marco de las violentas protestas de los trabajadores petroleros por las retenciones del impuesto a las ganancias.
Y termina en el verano del 2012, con dos cartas. Una la remite el protagonista masculino de este culebrón, el Secretario General de la CGT, Hugo Moyano, quien, en amargo texto, expone sus cuitas a la presidente de la nación (nuestra protagonista femenina), en lo referente a diversas cuestiones de su interés y, en particular, el mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias. La otra carta es de un intelectual totalmente alejado de las ciencias económicas y por supuesto de la teoría y técnica impositiva. El reconocido escritor y ensayista Mempo Giardinelli, quien, desde el más puro sentido común, se dirige a la primera mandataria preocupado por temas de actualidad, pero comenzando, precisamente, con esta oración: “Es un principio de elemental justicia, o debería serlo, que los trabajadores asalariados no deben tributar el impuesto a las ganancias”.
Entre ambos acontecimientos, tienen lugar los hechos que se relatan en La Novela del Mínimo No Imponible: La reiterada contienda de empleados y autónomos para evitar o reducir el efecto del impuesto a las ganancias sobre sus bolsillos, frente a la decisión del fisco de aprovechar el retraso en el monto del piso del impuesto, para mejorar la recaudación de un gravamen que, legalmente los incluye, pero que fue creado para afectar, principalmente, las rentas financieras, empresarias y de la propiedad.
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